27 nov 2011

CRAP-ÚSCULO: AMANECER, PARTE 1 – LA ANTI-RESEÑA


Si tienen una media hora libre les recomiendo leer esta "anti-reseña" de Amanecer la 4ta * película* de la saga crepúsculo, el escritor es Finísima Persona, la reseña me dio risa y ademas tiene mucha razón en ciertas criticas. La dejo tal cual la escribió:
El póster oficial (izq.) y mi infinitamente superior propuesta...
No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla. Así como el cometa Melancholiaavanzó inexorable a destruir la tierra en la peli del mismo nombre, la penúltima instalación de la saga de Crepúsculo avanza sobre las salas de cine de todo el orbe para destruir todo lo que es bello del Séptimo Arte.
Sin embargo, este blog se nutre de eventos como la saga de TwilightMi primer reseñacimentó mi reputación como paciente juez de los fenómenos relevantes en la cultura pop.La segunda confirmó mi masoquismo. La tercera les ha hecho juzgar mi estado de salud mental. Pero en esta ocasión, quiero celebrar la cuarta película como una fecha para unirnos en nuestro odio a la ineptitud y a la mediocridad del cine comercial. Las películas de Crepúsculo son como una Navidad de Estupidez, en el fondo.
A lo anterior debemos añadir que los estudios, crueles como captores de Gaddafi y ávidos de hacerse de dinero fácil, tomaron la decisión de extender la agonía del último libro escrito (con las nalgas) por Stephanie Meyer en dos, cuéntenlas, DOS películas. La cosa se ve terrible, como suele decir el ginecólogo de Niurka.

Pese a todo, la esperanza muere al último. El director en turno es Bill Condon, quien tiene un historial de lo más meritorio: guionista de Chicago, dirigió Gods and MonstersKinseyDreamgirls. Digo, ya de muy xodido le aportará algo de calidad a este eterno consomé de ineptitud y menudencias anodinas, ¿cierto?
Bill Condon (izq.), haciendo como que dirige una película de Crepúsculo. En realidad les está diciendo: "Pues ya saben, están en su casa, ahí se dirigen como les parezca mejor, me avisan cómo quedó. Apaguen la luz al salir, porfa..."
La suerte está echada. Llego a Cinépolis, me compro mi Combo Coronario (nachos con extra queso, gaznate jumbo, palomitas con triple mantequilla, refresco con cúadruple shot de piloncillo y vale por una angioplastia) y me dispongo a recetarme una peli de CRAPúsculo por cuarta ocasión. Se apagan las luces, y Jay de Moderatto dice que los solos son para la guitarra eléctrica porque al cine hay que ir siempre acompañado, recordándome mi status de Forever Alone. Gracias, Microchip imbécil. En fin, vamos culo, a padecer…
ADVERTENCIA: ZONA DE SPOILERS. De hecho, 5000 palabras de puros spoilers. Si quieren leer una reseña tradicional, estás en el lugar equivocado. Esto es pura bilis.
¿Malas noticias? Encuérate. ¿Buenas noticias? Encuérate. ¿Noticias a secas? Encuérate...
Crepúsculo: Amanecer, Parte 1 inicia con malos augurios. La voz de Kristen Stewart en sus somnífera interpretación de Bella abre otra vez con una reflexión mamona para “sentar el tono”, y esto me dice que el director probablemente recibió su cheque de anticipo, vio las pelis anteriores y le instruyó al su asistente de dirección que armase un guión en el mismo tenor y con los mismos recursos que se han venido usando, para no destantear mucho a la audiencia. Y para trabajar menos, por supuesto. Bella recita un Peterpanesco pensamiento acerca de que “la niñez es el reino donde nadie muere”, o algo similarmente insulso. Y si ustedes tenían “menos de dos minutos” en su quiniela para saber cuánto le tomaba al lobito metrosexual Jacob Black (Taylor Lautner) el quitarse la camiseta, considérense ganadores.
En efecto, Jacob sale todo enlobonado (así se encabronan los lobos) de su chaletito en el bosque porque recibió… [MÚSICA DRAMÁTICA] ¡la invitación a la boda de su amor platónico (Bella Swan) con su otro amor platónico (Edward Cullen, el vampiro que te hace cuestionar tu sexualidad… o algo). El director hace un montaje con varias personas recibiendo sus invitaciones. El Sheriff Charlie y su fiel bigote se ponen pensativos al pensar que su hijita de 19 años se les casa con un guey más pálido que las nalgas de Michael Jackson. La mamá de Bella se pone toda feliz, principalmente porque a todos se nos había olvidado que existía en esta historia.
Bella Swan (Izq.) y Alice Cullen, interpretada magistralmente por Ashley Greene, quien se merece un Oscar en la categoría de "Turbopompi en un papel de reparto".
Y hace su aparición la estúpida de Bella, intentando caminar con zapatos de tacón alto a instancias de [PAUSA DRAMÁTICA DE APRECIACIÓN] la vampiruja más hermosa sobre la tierra… ¡ALICE CULLEN! Interpretada, por supuesto, por Ashley “No me odien por ser perfecta” Greene, quien es capaz de hacernos olvidar, aunque sea durante los breves instantes en que está a cuadro, que estamos presenciando un bodriazo de peli. Alice planeó toda la boda, pues es como una especie de Martha Stewart combinada con Venus Afrodita, pero la inútil de su futura cuñada tiene la gracia femenina de Beatriz Paredes patinando en hielo con seis tequilas a cuestas.
El guapísimo Edward Cullen (R-Pattz is in da hizzy!), vampiro Mirrey por excelencia, aprovecha un interludio donde toda la familia Cullen está cargando gigantescos troncos de árbol (por aquello de que los vampiros son tan fuertes como Lupe de Bronco) para hacerle una confesión, a propósito de nada, a la pendexa buena para nada de su prometida: en algún momento de debilidad en sus años mozos, allá por la década de los veintes entraditos en los treintas, se rebeló contra la norma impuesta por su papá Carlisle de no chuparle la sangre a los humanos. Edward se estuvo merendando a violadores, asesinos y otros criminales del orden común, como una especie de antihéroe justiciero estilo Dexter Morgan, pero sin la capacidad actoral.
Vampiros: cargan más que la Cheyenne, apá...
Esta confesión gratuita plantea un dilema moral interesante: si los vampiros son prácticamente invencibles para los humanos, ¿por qué conformarse con desangrar hasta la muerte a raterillos vulgares y a sociópatas de chisguete, pudiendo tirarle más arriba en la escala de maldad? ¿Por qué Edward nunca se comió a Hitler? ¿O a Stalin? ¿Nunca se le ocurrió a él o a sus otros amigos vampiros “buenos” armar un plan para merendarse a Bin Laden, al Góber Precioso o a Fher de Maná, en vez de dejarles cometer sus abyectos crímenes con impunidad? Estos vampiros sólo son poderosísimos y geniales cuando le conviene a la estúpida autora de esta saga, la verdad. Bueno, el caso es que Edward le dice a Bella que no quiere asustarla mostrándole de lo que es capaz, pero hasta el momento sólo sabemos que puede aburrirnos hasta la muerte, así que ella se queda tranquila.
La charla es interrumpida cuando Emmet y Jasper se llevan a Edward a su despedida de soltero. “Nada de strippers”, dice Bella, pero él la tranquiliza diciéndole que no es lo suyo, y que más bien su noche involucrará un par de pumas y quizá unos osos, pero no sé a ciencia cierta si eso fue alusión a que los muchachos Cullen se van de cacería o a que le hacen a la zoofilia. En todo caso, Bella debería lucir más preocupada. Pero eso exigiría algo de expresividad y capacidad histriónica, cualidades ajenas a Kristen Stewart y su perpetua cara de manija de puerta.
Charlie, mamá Renée y Bella: la familia Swan en todo su ridículo histrionismo.
Bella tiene una pesadilla en la que los vampiros se meriendan a todos los invitados a su boda, pero parece filmada por uno de los pretensiosos directorcetes que han hecho los últimos anuncios del Palacio de Hierro, así que no hay mucho de qué preocuparse…
Llega el gran día. Los papás de Bella le regalan un broche para el pelo con unas joyitas azules, y la mamá le dice que esa herencia familiar algún día será llevada por la hija de Bella. Se suelta llorando, quizá porque piensa en la posibilidad de una nueva saga de películas con la niña como protagonista. Yo comparto el sentimiento. La perspectiva de que eventualmente se animen a realizar secuelas con los personajes ya crecidos o peor aún, precuelas con las locas aventuras de Edward en los fabulosos 20s me hace despertar de noche pegando gritos, empapado en mi sudor y en mi propia pis.
R-Pattz luce cómodo en la alfombra roja. Kristen Stewart parece que se comió un plato de mejillones echados a perder y no llegó a tiempo al baño...
¡Pero vámonos al bodorrio! Bella camina entre los invitados hacia donde la espera su futuro esposo, que sí parece un prototípico muñequito de pastel, principalmente por la palidez de su rostro. Tendría que ser un emotivo y romántico instante, pero seguro ya han visto lo incómoda, insegura y torpe que luce Kristen Stewart en la alfombra roja, así que aquí es lógico que no lo haga mejor. He visto más aplomo en Alejandra Guzmán al salir de un antro a las 5am. La ceremonia es bonita, y cuando al fin se dan un beso vemos que el resto de la concurrencia… ¡ha desaparecido! Porque en ese momento sólo importan Bella y Edward, de acuerdo a la nada sutil interpretación del director.
¿O es así? Verán, tengo la teoría de que Bill Condon ni siquiera se paró por el set de esta película. Es en serio. Las actuaciones son tan malas como siempre, no hay nada innovador o distintivo, y otro detalle más: aquí aparece otro de muchos montajes, que es uno de los recursos más huevones para un director de cine. Condon echa mano de ellos con mucha soltura: secuencias que le dan trabajo al editor, pero que para el que dirige se limitan a hacer un greatest hits de imágenes de las pelis anteriores y… ya estuvo.
Bueno, la boda es una hueva, pero decorada con impecable buen gusto. Los brindis son un momento chistosón, donde vemos un atisbo de Anna Kendrick y de los amiguitos genéricos del mundo humano que Bella ha de dejar pronto, pero la neta no hay nada que llame la atención, fílmicamente hablando. Vemos a unos vampiros invitados que van a tener más juego en la próxima película, pero aquí sólo siembran semillas argumentales que ya se nos habrán olvidado en la parte 2 de Amanecer. No hay mucho caso en partir tu historia por la mitad de una manera tan incongruente, pero ¿a quién le importa? Buscar trama en esta saga es como buscar el amor puro y verdadero en un burdel.
Miembros de la familia de vampiros Cullen. Desde la izquierda: Alice (perfecta), Jasper (incómodo y hambriento), Esme (frente de VW Beetle chocado) y Carlisle (representante de Avon)
Bella ha estado sacada de onda pues su cuatito lobo no se aparece en el festejo. Pero su flamante marido no va a permitir que nada empañe la felicidad de su amada, así que se las arregla para que Jacob la visite de pasadita, y hasta logra que se ponga camisa para la ocasión. Al principio de la conversación hay cordialidad entre los miembros de este trío criptozoológico (“¡Al BatiDiccionario, Robin!”), pero de pronto el lobo metrosexual se da cuenta de que la unión matrimonial implica la eventual conversión de Bella, quien pasará de ser una humana sin chiste a ser vampira, también sin chiste. Porque los Cullen hacen vampiros, no milagros.
“¡Entonces la vas a matar!”, increpa Jacob a Edward, quien pierde la oportunidad de hacer un chiste sexoso respecto a su noche de bodas. No sé, algo discreto como decir “¡Oh, sí, bro! ¡La voy a partir en dos!”. Quizá podría añadir el gesto de tomar el índice de su mano derecha y meterlo y sacarlo repetidamente a través del círculo formado por sus dedos índice y pulgar de la mano izquierda, para reforzar el punto. En fin, es lo que yo hubiera hecho…
Esme Cullen, la vampira que lleva cuatro películas buscando un peinado que disimule su enorme cabeza, charla con unas vampirujas que sí están guapas...
Como Jacob se enlobronó de nuevo, sus hermanos de jauría se aparecen en los linderos del bosque, tan amenazadores, mugrosos y descamisados que deberían llegar echándole “vivas” a Evita Perón (“¡A la BatiWikipedia, Robin!”). Aconsejan a Jacob para que le baje de crema batida a su frapuccino, le recuerdan a los vampiros que los están vigilando de cerca y todos se esfuman de nueva cuenta. Bella y Edward regresan a la “parti”, que toca a su fin.
La feliz pareja parte hacia un destino sorpresa que Edward le tiene preparado a su amada. Toman un jet (privado, ¿o hay otros?) a la cosmopolita ciudad de Río de Janeiro, una urbe hecha de magia, luz, color y estereotipos que bailan samba espontáneamente por las calles mientras beben caipirinhas. Les juro que al director sólo le faltó ponerles un sombrero de frutas a los locales para tratarnos de más idiotas de lo que de por sí somos al pagar un boleto para ver esta madre.
Cansei de ser humana...
Pero si creías que Río era el destino final y que Edward planeaba almorzarse algunos niños sicarios de las favelas, estabas equivocado. Es tan sólo la última escala, pues toman una lanchotota poderosa para navegar hasta… ¡ISLA ESME! Una paradisiaca isla privada, obsequio de papá Cullen a su cabezona esposa Esme.
Siempre sospechamos que a Edward le gustaba pasearse en lancha...
¡Y vaya lugar! La única edificación en la isla es una mansión que haría al Chapo Guzmán reconsiderar sus prioridades en bienes raíces. Cuenta con suntuosos muebles de maderas preciosas, objetos de arte salpicando cada habitación, decoraciones del mejor gusto posible y hasta lacayos supersticiosos que ven a Edward con recelo, quizá porque no se ha hecho un día más viejo en 30 años y siempre está pálido como una jícama recién pelada. No hay alberca, pero no hace falta, pues una bahía de agua cristalina está separada de la casa por unos cuantos metros de arena tan blanca y fina que nos sorprende no encontrar a Lindsay Lohan intentando inhalarla a través de un billete enrollado.
Bella y Edward en Isla Esme: nidito de amor para parejas conservadoras en la cama.
Bella desempaca su maleta mientras Edward se da un chapuzón a la luz de la luna. Su cuñada Alice le empacó un set completo de lencería sexy, pero es en vano con la desabrida mocosa, quien mira desconcertada los encajes como si estuviera leyendo a James Joyce en código binario. Al fin decide que presentarse ante su esposo au naturel es la mejor forma de seducirlo y de consumar su amor. Sale en bata a la playa, y les juro que luce tan abrazable como una bolsa de lona llena de ganchos de ropa. Pero Edward la mira con deseo. Ahora sí, fans de Twilight: la autora y el director están a punto de concederles esa recompensa de chutarse libros y pelis para ver una escena épica de romance y pasión entre los dos protagonistas, ¿cierto?
Pues no. Y aquí es el punto donde resulta inútil explicarnos el atractivo de la saga. Porque uno creería que después del tan cacareado celibato antes de llegar al matrimonio, y de la atracción superlativa que supuestamente existe entre ambos, el momento cumbre donde ambos se unen físicamente debería ser una vorágine de besuqueo, apapacheo, manoseo, dedeo y posiblemente hasta pieseo, pasando por peneo y vagineo en lo que acaban por aventurarse a actos un poco más kinky. Pero no hay de piña, estimado público.
Desbordan tanta pasión que ella se quedó dormida a la mitad de su noche de bodas...
Verán, es obvio que Crepúsculo está dirigida a un público juvenil, por lo que no extraña que se abstengan de mostrar nada ni siquiera remotamente controversial en materia fílmica. No hay un side boob, una pompi o una caricia que pudiera ser considerada como merecedora de una clasificación más estricta que la actual. Que tampoco esperábamos penetración o desnudos frontales, no somos tan burdos (bueno, yo sí lo soy, pero no en este contexto). Pero se hubiera agradacido algo de química entre los protagónicos. Miren, haré algo odioso, que es comparar una película con otra infinitamente mejor lograda: ¿recuerdan Las Vidas de Otros? Es el filme alemán que ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera hace unos años. El protagonista, un miembro de la policía secreta encargado de vigilar a posibles detractores del sistema, acaba por enamorarse de la mujer a quien está espiando mediante micrófonos ocultos en un departamento debajo del suyo. Hay un momento en el que está tan absorto en imaginar lo que sería tenerla en sus brazos, que lo vemos con los ojos cerrados y haciendo una caricia imaginaria al aire. Es un instante auténtico, cautivador y perfectamente razonable para ilustrar lo que es el romance en su expresión más pura… y no hay nada de contacto físico. Ni siquiera están en la misma habitación.
Por eso es que Crepúsculo desespera a cualquier espectador que posea un IQ de dos dígitos para arriba. Hay tanta química entre Pattinson y Stewart como la que sientes con el empleado de la Secretaría de Hacienda que te está informando de una auditoría fiscal. Con la diferencia de que el dinero que pierdes con la auditoría te duele menos que el que pagas por entrar al cine a ver estos churros.
Eso sí, si alguna vez necesitas a un actor o una actriz que sepa poner expresión de horror en brazos de su amante, estos dos cubren el requisito. Edward parece que acaba de ver su primera vagina. Bella no puede cerrar nunca la boca, punto.
Así que no esperes ver ni un mísero “escote de plomero” (la comisura de la parte superior de los glúteos, para los no iniciados en mis términos nacos y vulgares). Eso sí, podemos comenzar a apodar a Edward como “Rompecatres Cullen”, pues literalmente destroza la cabecera de la cama en un arrebato de pasión mientras se está despachando por fin a Bella. El director pretende que creamos que él es un amante fogoso. Lo único que nos hace pensar es que tiene muy poco respeto por la labor de los ebanistas.
A la mañana siguiente, Bella despierta en una récamara hecha garras. Edward le está haciendo el desayuno, y ella le demuestra algo de cariño, pero de pronto le cambia el semblante al vampiro persignado. Su mujer tiene un moretón en el brazo, y otro más leve en el hombro. Uno pensaría que, como vampiro, Edward se escandalizaría menos por algo que bien podría explicarse como un simple “chupetón”, pero no. “¡Te lastimé!”, gimotea él con su cara de pambazo crudo. Y de ahí en adelante se acabó toda posibilidad de darle a tu cuerpo alegría, Macarena. Un nuevo montaje del director huevón retrata a la pareja en “graciosos” esfuerzos de ella por hacer que él se le vuelva a encaramar, mientras que él la evita y la torea como muchos de ustedes eluden la aplicación de antitranspirante.
"Es que cuando me dijiste que en la luna de miel planeabas 'comerte a la reina' me imaginaba otra cosa, Edward..."
Mientras tanto, en la reservación india en Forks, Jacob y el resto de los lobos juegan fútbol en la playa. El director hubiera cosechado muchos puntos haciendo sonar La Bambacomo música de fondo cada vez que los lobos salen a escena, pero no se le prendió el foco. Tache ahí, era la jugada lógica. Bueno, Jacob está diciendo que si Bella regresa convertida en vampiro, técnicamente estarían rompiendo el tratado entre los Cullen y los licántropos locales, así que la guerra entre ambas especies quedaría declarada. También vemos a Jacob y a una india loba que andan en plan Forever Alone, envidiando a los lobos que sí son muy felices pues se “imprimieron” en una pareja.
¿Qué es eso de la “impresión”, preguntas con tu carota de Question Mark? De acuerdo a esta historia insulsa, es un vínculo inquebrantable que desarrollan los lobos de la tribu Quileute (o Quelite, o Kilowatt, si leíste mis reseñas previas) con ciertas personas. Una vez que te “imprimes” con otro ser, te conviertes en su compañero y protector de por vida. La dichosa “impresión” suena como otra de estas alegorías pendexas que le fascinan tanto a Stephanie Meyer para inculcar un concepto de fidelidad, que para fines prácticos suena más a esclavitud espiritual y dependencia emocional. He aquí algunos ejemplo de gente que se imprime en algo o alguien más, con una entrega y un abandono totales.
¿Ya entendieron cómo funciona esto? Bueno, prosigamos. Bella le insiste a Edward que está bien echarse un brinco, pero el cuasi virginal vampiro dice que como amigos está bien, gracias. Ella insiste, diciéndole que no tiene miedo a ser lastimada por su fuerza hercúlea. “¿Por qué no ves lo perfectamente feliz que soy a tu lado?”, pregunta Bella. “¡Porque eres inexpresiva y una pésima actriz!”, respondo a gritos desde mi butaca, lo que me hace acreedor a mi primer llamado de atención por parte del gerente del Cinépolis. Valió la pena.
"¿'Lluvia dorada', dices? No, no sé qué es. ¿Se trata de un fenómeno climatológico del Brasil o algo?"
Un buen día, Bella despierta sola y su alma en la isla. Edward se fue a cazar o algo, pues ya hacía hambrita. En este tenor, la protagonista se prepara un pollo frito de desayuno… pero algo anda mal. ¡Bella tiene antojos! ¡Bella tiene mareos! ¡Bella tiene varios días de retraso en su regla! ¡BELLA TIENE NÁUSEAS! ¡BELLA TIENE GANAS DE TEJER CHAMBRITAS! ¡BELLA TIENE… TIENE… UN CHAMACO EN LA PANZA! ¡BELLA ESTÁ EMBARAZADA! ¡DÓNDE CARAXOS ESTÁ LA TECLA DE ‘CAPS LOCK’ EN ESTA COMPUTADora ya la encontré, gracias…
"¿Aló, farmacia? ¿Venden la 'morning after pill' pero con extracto de ajo? Es para un caso muy especial..."
Pues sí, las nadas sutiles alegorías moralinas son el pan y la sal de la autora. Después de machacarnos una y otra vez el mensaje de que hay que esperar a tener sexo hasta que uno se casa, ahora nos dice que el sexo es para reproducirse y ya estuvo. ¿De qué otra forma nos explicamos lo sucedido? ¿Embarazada en su noche de bodas? ¿Neto? No digo que sea imposible, pero también es mal tino, ¿no les parece? Aparte de todo estos vampiros pueden ser muy cultos gracias a sus avanzadas edades y a su mundología, pero evidentemente nadie les ha explicado media palabra sobre control natal.
Edward regresa y encuentra a su novia vomitando. Algo se le mueve en la pancita a la confundida Bella. Telefonema urgente al celular de Edward. Es Alice, la clarividente y sabrosérrima hermana, quien les llamó pues sintió que “algo extraño ocurre”, y por esta vez no se trata de Toño espiándola con binoculares desde los matorrales del jardín. Dice que no puede ver el futuro de Bella, y no está refiriéndose al futuro como actriz de Kristen Stewart. Oh, no, es algo igual de funesto, pero diferente. Edward quiera hablar con papá Carlisle, eminente médico, quien les dice que se regresen en chinga y en avión a Forks, para ver cómo proceder. Edward le dice a Bella que no se preocupe, que el Dr. Carlisle le va a sacar “esa cosa” del vientre, pero a ella ya le entró el instinto materno y dice que ni mais. ¿Problemas en el paraíso ya tan pronto, tortolitos? Este matrimonio nos huele a Kardashianazo…
Los ya no tan enamorados vuelven a casa, y la familia Cullen no sabe qué hacer. Carlisle descubre que el feto no sólo está sano, sino que se está desarrollando a una velocidad inusitada, así que podría quedar completamente gestado en cuestión de unas pocas semanas. Aparte de todo, se está comiendo a Bella por dentro. Este híbrido se alimenta de la sangre de su propia madre, lo que sería una total incongruencia desde el punto de vista evolutivo, pero pónganse ustedes a discutir de lógica con la estúpida mormona que ideó estos mamotretos.
La familia se divide. Alice y Edward opinan que el feto debe ser retirado del cuerpo de Bella, pues la está matando. Pero Rosalie, la hermana bitchy que parece una versión mal follada de Shakira, con todo y el chafísima tinte rubio sobre raíces oscuras, adopta una actitud sobreprotectora hacia su nueva cuñada. Bueno, realmente es hacia el bebé, porque ella se envampiró sin lograr su sueño de ser madre, pero nos debe valer ídem. Rosalie se pone en plan de que al bebé nadie lo toca, se afilia al PAN y Bella está de acuerdo: va a tener al infante, así le cueste la vida.
Esperma vampira: 375% veces más efectiva que la esperma del humano estándar.
Y todo indica que le va a costar la vida, en efecto. Bella está enflacando como el saldo de tu tarjeta de crédito durante el Buen Fin. De por sí la veíamos toda xodida en un principio, pero ahora se está transformando en un auténtico esqueleto rumbero. Jacob llega a verla, preocupado por su ausencia, y al enterarse de que está embarazada se cambia de nombre y se pone “Bien Pendexo”. Sale hecho la madre a avisarle a Los Lobos (“…Yo no soy marinero / soy capitán / soy capitán / soy capitáaan…”) y se arma la de San Quintín Tarantino. Sam Utley, líder de la tribu lobuna, dice que los vampiros no podrán controlar a ese bebé una vez que nazca y esté sediento de sangre. Como padre de una niña que come morcilla, lo entiendo a la perfección.
Pero esto ya no le gustó a Jacob. Hay discordia entre los lobos, pues unos quieren ir a matar vampiros y Jacob y otros dos amiguiwis más jóvenes no comparten esa ideología. Con la jauría dividida como la izquierda en México, Jacob se aparta de sus hermanos y forma Morena su propia jauría de un solo lobo. Claro, esto dura poco porque le llegan dos amigos lobitos que no me acuerdo cómo se llaman, pero que bauticé como “Juanito” y “Brugada”. Al menos ya son tres.
Leah y Jacob, preguntándose mutuamente si Jorge Arvizu 'El Tata' se animará a grabarles un 'spot' de apoyo y solidaridad con la causa...
Jacob y su mini jauría deciden montar guardia afuera de la casa Cullen. Bella cada vez luce peor, y los Cullen mismos tienen que salir a cazar, pero no pueden adentrarse en el bosque sin ser asediados por Sam y el resto de Los Lobos (“Bam / Bam / Bam-ba”), así que todo se complica. En la desesperación de evitar que el feto híbrido siga desangrando a la mamá, los Cullen tienen la brillante idea de alimentar a Bella… bebiendo sangre. Así es, el Dr. Carlisle tenía en casa varios litros de Orh+ fresquecita por si había que ponerle alguna transfusión a la embarazada cuando entretuvieron la idea de practicarle un aborto, así que vacían la sangre en un vasito de unicel para que parezca malteada, Bella se aguanta el asco y… venga. A beber sangre.
No puedo describir lo imbécil que es esta idea, en serio. Bella está bebiendo sangre, que presumiblemente pasa al sistema digestivo, así que el feto estaría consumiendo ¿sangre digerida o cómo?… pero la reacción de la madre es sonreír un poco y decir que al bebé “le gusta”. ¿Cómo? ¿Se está gestando el niño en el estómago, y no en el útero? ¿Y si es así no le están afectando los ácidos estomacales? Mi cerebro duele, mucho.
El embarazo prosigue, la sangre de reserva para el vampíbrido nonato se acaba y los lobos están cada vez más listos para entrar a la casa Cullen a partir jetas. Todo mal. Y se pone peor cuando Bella dice que ya pensó en nombres para el bebé. Si es nombre se llamará E.J. “¿Engendro Jodido?”, te preguntarás con algo de razón, pero no, es por Edward y Jacob, en honor a su esposo y a su “beffo”. ¿Y si es niña? Agárrate: se llamará Renesmee. Esta pendexa La feliz mamá decidió combinar los nombres de su mami Renée y su suegra Esme, y esto es lo único a lo que llegó. La película aborda el hecho con un intento de comedia ligera, pero nadie piensa que es gracioso hacer tan evidente la estupidez congénita de su “ocurrente” madre.
Una breve nota al margen, dirigida a futuros padres y madres de este mundo: paren la modita de inventarse nombres “originales” para sus mugrosos escuincles. Combinar nombres es uno de tantos ejemplos. Si tu papá se llama Juan y tu suegro se llama Tulio, el resultado de un nombre combinado sería “Julio”, y eso no tiene nada de malo. Es un nombre perfectamente normal y muy bonito. Pero si tu papá es Gerardo y tu suegro Higinio, ¿qué haces con eso? ¿Geranio? ¿Higardo? Paren de xoder. Ustedes creen que son muy listillos. La verdad son tan sólo unos tetazos de marca. En fin, prosigo.
Otra forma en la que el póster hubiera quedado mejor. Mera sugerencia...
De aquí en adelante todo procede con una monotonía aún más pronunciada. Jacob habla en privado con Edward y le recrimina el haber embarazado a su amor platónico. Edward le dice que si Bella muere, quiere que Jacob lo mate, pues no podría vivir sabiendo que fue responsable de su muerte. Jacob le toma la palabra rápidamente, pues lo odia mucho. Pero la situación es francamente desesperada. Bella ya parece espantajo de chilar, los vampiros ya ven apetitosas hasta las hamburguesas del McDonalds por el hambre que se cargan y a mi ya se me acabaron las palomitas. Algo tiene que resolverse, cuanto antes.
Jacob sale de casa de los Cullen y dice que quiere hablar con Sam y sus ex compañeros. Acompañado de sus fieles Juanito y Brugada, dice que él personalmente matará al bebé chupasangre una vez nacido, y que así reinará la paz otra vez, y no sé qué más… pero todo era una distracción para permitirle a Carlisle, Esme y al grandulón Emmet el romper el cerco de vigilancia lobuna y escapar en busca de animales frescos para reponerse con sangrita fresca. Ahora bien, nueva idiotez: si los vampiros no podían escapar de cacería, ¿porque no se ofrecieron los lobillos amigos para ir a escabecharse unos venados y llevárselos de lonche? Anótenle una taradez más a esta farsa.
No tengo fotos para ilustrar lo que sucede en este punto de la película, pero encontré fotos de Ashley Greene con pintura corporal. Ya dénle un Oscar, en serio...
Pero claro, cuando el doctor no está es justo cuando todo se agrava. A Bella creo que se le rompe la fuente o algo, y el bebé está por nacer. Y claro, ella está en los huesos, a punto de morir con tal de preservar la santidad de la vida del no nacido, en la enésima alegoría conservadora que nos quiere recetar Stephanie Meyer.
Bella pierde más y más sangre en la agonía del parto. Edward no sabe qué hacer, pues ella trae el niño atravesado (literalmente). Y con su mujer muriéndose a todo lo que da, toma la decisión drástica cuando dar a luz por vía tradicional no funciona: una cesárea a punta de mordidas. Sí, leíste bien. Edward le pega un mordidón en la panza a Bella para sacarle al hijo. Los Dioses del Cine mueren un poco…
En medio de todo el desmadre, a sabiendas de que el clan Cullen está diezmado, Los Lobos deciden que para atacar la casa se necesita una poca de gracia, una poca de gracia y otra cosita y arriba y arriba… ¡Caos! ¡Madratxos! ¡Lobos! ¡Mátenme, por favor! El director decide abandonar el único recurso de las pelis previas que medio nos ubicaba a la hora de las peleas: la cámara lenta. Aquí todo sucede en chinga, con iluminación bastante mala para que no se note lo mal hechos que están los lobos computarizados y el gerente del Cinépolis me dice que si no dejo de reír y llorar al mismo tiempo va a tener que utilizar pepper spray en mi Finísima Persona, como el policía gringo con los manifestantes universitarios.
¿Y Bella? Bella se muere.
Da a luz antes, claro. Es una niña, así que el estúpido legado que le deja al mundo es el nombre de Renesmee, pero a Bella le falla el corazón y su cuerpo de lagartija desecada exhala un último suspiro. El único recurso es que Edward intente transformarla en vampiro, AHORA. Y Edward, después de estúpidos intentos por practicarle resucitación cardiopulmonar y masaje con calambrito, se da cuenta de que no hay de otra que empezar a inyectarle su veneno. Eso sonó mucho más sexy de lo que sucede en realidad, por cierto. Vemos a Edward mordisqueando a Bella por todas partes, o al menos por las partes clasificación “A”, porque esta es una peli romántica, sí, pero casta y pura. Y pinchérrima. ¿Habrá tiempo para que la conversión a vampiro ocurra antes de que sea demasiado tarde? ¿Necesitas hacerte esa pregunta, a sabiendos que hay una parte 2 de este cacho de popó en celuloide?
"¡Pues quédense con su pinchi muerta, vampiros culeis!"
Jacob tiene el corazón roto. Su amada Bella murió, pese a sus múltiples intentos de conquistarla con su abdomen de calle adoquinada. Su tribu/manada le considera un traidor. Su talento histriónico se da un quién vive con el de Jaime Camil. Sólo hay una solución a la vista (no para lo de su talento histriónico, pero para lo demás): tiene que matar a la bebé vampiro. Así que entra agazapado a la mansión Cullen, dispuesto a echarse unas baby back ribs. Rosalie sostiene a Renesmee muy sentada en un sillón en frente de la chimenea, valiéndole madres que el resto de su familia esté dándose en la madre allá afuera con una bola de licántropos. Y justo cuando se avecina el macabro desenlace…
La bebé de CGI le hace caritas al lobo. Caritas horribles como las del bebé de Suerox, pero surten efecto. OTRO MONTAJE nos muestra a Jacob cayendo de rodillas, incapaz de hacerle daño a la hija de Bella y Edward, y escuchamos un audio refrito de la explicación sobre cómo los lobos “se imprimen” en alguien y se convierten en sus protectores y siervos emocionales y POR FAVOR ALGUIEN DETENGA ESTA PENDEXADA DE PELÍCULA ANTES DE QUE ALGÚN INTELECTO INOCENTE RESULTE LASTIMADO SIN REMEDIO.
Demasiado tarde, claro. Creo que mi mente ha quedado eternamente averiada por esta colosal succionada cinematográfica. Siento que emocionarme con La Voz… México sería una marcada mejoría después de Crepúsculo: Amanecer, Parte 1. Eso no es bueno. Pero al menos vi morir a Bella Swan, eso debe contar como algo positivo, ¿o no?
Esperen… ¿qué sucede? Vemos una animación del torrente sanguíneo de Bella… sus venas se recubren de una sustancia cristalina. ¿Eso es el “veneno” vampiro? Toda su sangre se está… ¿transformando? ¿Qué ching…? ¡AAAAAAAAH! ¡NOOOOOOOO! ¡BELLA ABRIÓ LOS OJOS! ¡ESTÁN ROJOS! ¡YA ES VAMPIROOOOOOO! ¡TE ODIO, STEPHANIE MEYER! ¡MUERE, BILL CONDON! ¡SUÉLTENME, PINCHIS ASALARIADOS DE CINÉPOLIS! ¡ME VENGAREEEEEE!
Créditos.
Los Volturi: son los malos de la última peli, así que pongan atención a los créditos. O no. Ya me vale madres, la verdad...
Ah, no, espérense. Hay una escena extra donde los Volturi, la PGR de los vampiros (pero con central en Italia) reciben notificación de que Bella ya fue convertida. Aro, el líder, dice que van a visitar a los Cullen y añade: “ellos tienen algo que quiero”.
Nos vemos en la última película. En el ínter, recuperémonos…

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